Los antepasados coreanos se referían a la muerte mediante la palabra doraganda (regreso), porque la muerte resultaba ser la vuelta al hogar. Para los coreanos antes de vivir uno ya se encontraba en ese más allá al que volvería al morir. La vida, se basa en un ciclo, el nacimiento como la muerte eran considerados la salida y entrada del mundo de los muertos.
Posteriormente, la muerte adoptaría una nueva denominación: gwuicheon (retorno al cielo), que respecta al viaje que realiza un alma. Este viaje era visto penoso, extenso y sobretodo triste, este trayecto era conocido como; el camino que los pies rehúsan a emprender. La separación de los seres queridos se consideraba trágica y de hecho, si el fallecido contaba con hijos pequeños éstos tratarían de retenerlo tirándole de los cabellos. Por otra parte, las tareas inconclusas y los deseos sin realizar sujetaban a los muertos por la cintura.
Justamente por ser el adiós un proceso de tanto pesar, los espíritus quedaban atados a este mundo, y quien guiaría a los muertos en su camino hacia el más allá sería un personaje mitológico coreano conocido como Pari Kongju o Paritegi (“Princesa rechazada”). La leyenda nos habla de un rey que fue advertido por una adivina que si se casaba el siguiente año, tendría 3 hijos varones, de lo contrario tendría puras mujeres, el rey hizo caso omiso y contrajo matrimonio ese mismo año. Al poco tiempo, su esposa comenzó a dar a luz hasta llegar a la sexta hija mujer. Sin embargo su mujer dio a luz a una niña nuevamente, por lo que el rey, enfurecido, ordenó meter a la bebé en una caja de jade y tirarla al río. Desde ese momento se conoció a la niña como Pari Kongju o Paritegi (“Princesa rechazada”), siendo rescatada por una pareja de ancianos guiados por Buda. Tanto el hombre como la mujer fueron nombrados “Abuelo y Abuela de los Buenos Actos”. Años después el rey cayó enfermo y en su estado inconsciente se le presentó un niño como mensajero de los dioses, quien le avisó que su enfermedad era el castigo por haber abandonado a la recién nacida tiempo atrás. Sólo podría hallar la cura si encontraba a su hija nuevamente y ésta le traía para beber el agua de vida originaria de la tierra de los dioses.
Fue así como un sirviente finalmente dio con ella, quien ya contaba con 15 años, y la llevó a la corte donde finalmente conoció a sus verdaderos padres. Aceptó sin cuestionamientos su deber de hija a pesar de las acciones de su padre rey, y partió en búsqueda del agua. Su primera prueba fue pasar a través de la tierra de los muertos, donde fue ayudada por los dioses para evitar inconvenientes.
Finalmente llegó a la tierra de las divinidades, y posteriormente, a la fuente de la vida donde fluía el agua tan deseada. Pero para poder obtenerla, el guardián de la fuente estableció que debía pasar 9 años trabajando para él (tres años buscando leña, tres años extrayendo el agua, y luego otros tres años haciendo fuego) y además debía casarse con él y concederle siete hijos. Sólo así podría retornar con el agua de la vida en sus manos. La princesa aceptó, y pasadas todas las condiciones, regresó junto a su padre, aunque al llegar recibió con tristeza la noticia de que éste había fallecido apenas días antes y estaba a punto de ser sepultado. Antes de que esto sucediese, Pari derramó el agua de vida sobre él y logró devolverlo a este mundo. Una vez vuelto en sí, el rey dio cuenta del gran sacrificio de la princesa y la reconoció como una diosa chamana que siempre recibiría ofrendas. Al mismo tiempo consignó a los hijos de Pari como regentes del submundo y a su esposo, el espíritu de la fuente, como un dios de la montaña.
De este mito es posible sacar en conclusión que el otro mundo, o bien la muerte en sí misma, es un ámbito cerrado y prohibido donde nadie puede ingresar a excepción de Paritegi, única con la capacidad de trasladarse de un mundo a otro en su función de guía de las almas. Por otra parte, y correspondiéndose con el ya mencionado doraganda regreso de los vivos a su origen, esta leyenda nos muestra que la fuente de la vida también se halla en el otro mundo, y es de ella de donde Pari obtiene el agua para su padre. Por este motivo el mundo de los muertos es también fuente de vida del mundo terreno. Sin embargo y en contraste, el mito de Paritegi ofrece además una leve descripción del mundo de ultratumba, que no abunda en detalles pero permite imaginar una región donde se realizan matanzas y torturas.
No mucho más alentadora resulta la descripción que ofrecen los mitos chamánicos procedentes de la isla de Jeju, donde el otro mundo no se muestra como un lugar de descanso para las almas de los fallecidos sino más bien como un sitio tétrico, oscuro y triste que se hallaría por debajo de la tierra, pero no de la tierra que conocemos. Al mismo tiempo, uno de estos mitos llamado “La Resolución del Emperador del Cielo” refuerza la oposición entre el mundo de los vivos y muertos que planteaba ya la leyenda de Pari. Según nos hace llegar este nuevo relato, el Emperador del Cielo decidió dejar el gobierno de este mundo y del más allá a sus dos hijos, quienes se los repartirían según llegaran a acuerdo. Como la situación representaba un problema, los hermanos implementaron una competencia de adivinanzas y cultivos florales, teniendo derecho a elección del mundo terreno (el más codiciado) quien resultara ganador de la misma.
De los dos hermanos, el menor logró alzarse con la victoria pero recurriendo a engaños, por lo que, si bien el mayor aceptó el resultado, lanzó una maldición sobre la tierra que causó la actual injusticia, corrupción y enfermedades que nos son familiares.
Mediante este mito se da por entendido que este mundo es mucho mejor que el más allá, y por esa razón es tan codiciado. Pero esto no quiere decir que el mundo terreno se halle idealizado, ya que es en él donde las almas cometen las faltas que luego pagarán en el otro. Según interpreta la fuente[1], podría decirse que el motivo por el cual las personas cuando mueren van al otro mundo es justamente por ser éste un lugar de decadencia moral, pero incluso así es mejor éste mundo. La recién planteada es una concepción denominada “realista”; por parte de los coreanos: no hay lugar para idealizaciones, ambos mundos están repletos de contradicciones que han de sortearse.
1.-KIM, Yol-kyu; El Mundo de Ultratumba, Una Tierra de Paradojas; Revista KOREANA; Vol.12 Nº 2; pág. 53
2.-http://www.revistaseda.com.ar
[1] [1] KIM, Yol-kyu; El Mundo de Ultratumba, Una Tierra de Paradojas; Revista KOREANA; Vol.12 Nº 2; pág. 53
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